El tiempo de descanso es necesario. Desconectarse de la rutina, disfrutar del aire libre, tener momentos para compartir con la familia, los amigos, la pareja o con uno mismo es, según muchos estudios, importante para mantener el balance emocional, nutrir la creatividad y hasta mejorar la productividad. Así que si has pospuesto tus vacaciones, pídelas ya
PERLA CRESPO-IZAGUIRRE
La vida actual nos pone frente a una serie de retos que exigen que estemos constantemente alerta; seamos cada vez más ingeniosos y creativos para hallar soluciones y actuemos de una manera profesional que nos permita sobrevivir en una sociedad cada día más competitiva. Todas estas características forman parte de una rutina diaria que genera un nivel tal de estrés que nos afecta física, mental y emocionalmente, y nos hace propensos a una serie de padecimientos que muchas veces pasan desapercibidos debido a que no le damos peso.
Todo lo anterior explica por qué prestigiosos estudios aseguran que en la actualidad el ser humano necesita obligarse a hacer un stop durante el año para simplemente descansar. Sin embargo, este respiro de la rutina debe de tener como característica principal romper con los esquemas habituales en lo que se refiere a niveles de responsabilidad y presión. En pocas palabras, si cuando piensas en irte unos días, sientes que tienes que hacer demasiadas cosas y te genera preocupación en lugar de gozo o diversión, entonces estás enfocando mal tus vacaciones solo para conseguir una perfecta excusa para aplazarlas.
Si este es tu caso, te vamos a dar información relevante que te va ayudar a convencerte de lo importante que es para tu estabilidad personal y hasta profesional, el que te desconectes de todo por unos días.
Desconectar o sucumbir, tú decides
No hay que ser un experto para entender por qué luego de un periodo de relajación nos sentimos más satisfechos con la vida. Y es que cuando vacacionamos realmente -y con ello me refiero a desconectarse completamente de las rutinas y en especial del trabajo- experimentamos un estado de relajación tal que nuestras mentes se refrescan y consiguen esa evasiva inspiración que nos rehúye cuando estamos bajo presión. No por nada, la estadísticas revelan que el 34% de los profesionales que regresan de vacaciones experimentan una sensación de reconciliación con lo que hacen que se convierten en trabajadores más productivos.
Un dato interesante a este respecto es el que aporta una investigación realizada porelWisconsin Medical Journal el cual revela que las personas que toman vacaciones 2 o más veces al año, son menos propensas a la depresión, se sienten más activas y más felices en sus relaciones de pareja. Esto es comprensible cuando se piensa que el tiempo libre deja espacio para ir sobre los asuntos pendientes relacionados con el disfrute o el ejercicio.
«…mucha gente piensa que vacacionar implica un cúmulo de peripecias complejas, llena de actividades agendadas, cuando a veces simplemente lo que necesitamos es un poco de tiempo libre, sin presiones, ni rutinas, y hasta sin parejas o familias.»
El problema con las vacaciones se suscita como dijimos más arriba en el enfoque. Y es que mucha gente piensa que vacacionar implica un cúmulo de peripecias complejas, llena de actividades agendadas, cuando a veces simplemente lo que necesitamos es un poco de tiempo libre, sin presiones, ni rutinas, y hasta sin parejas o familias. Sí, sé que este punto es un poco complicado, y puede que a muchas les genere sentimientos encontrados y hasta de culpa. Pero analizándolo fríamente, dedicarte una porción de tus vacaciones a ti misma, te redituará en energía extra para enfrentar los retos que implican tener responsabilidades familiares, de trabajo o de pareja.
No por nada, reputados psicólogos aseguran que la experiencia de viajar solo o de hacer actividades en las que estemos en contacto con nosotros mismos son beneficiosas porque nos ayuda a reorganizar prioridades, a depurar nuestra mente de todos esos pensamientos negativos que la rutina no nos permite enfrentar y a reconectar con esos verdaderos gustos y necesidades que muchas veces ponemos de lado por complacer a los demás o simplemente porque no le damos suficiente espacio.
Las vacaciones ideales
Lo primero que tienes que entender es que no necesitas hacer nada elaborado. Solo disponerte a ir a algún lugar que te permita descansar sin presiones, es perfecto. Pero si quieres hacer algo especial empieza por organizar tu presupuesto y sobre esa base comienza a buscar opciones que se centren única y exclusivamente en cosas que te proporcionen placer.
Así pues, tus vacaciones pueden ser la excusa perfecta para probar esas actividades que siempre has querido hacer y para las que nunca tienes tiempo como la yoga, el spinning o tomar clases de danza árabe o hasta lanzarte en paracaídas. Incluso, puedes aprovechar para hacer algún retiro o curso intensivo que te conecte con tu esencia femenina, tu lado artístico o con algún sueño ambicionado.
Así que aleja tu mente y atención de esos tours que parecen calvarios llenos de desplazamientos complicados y que te dejan sin un duro en el bolsillo al finalizar los mismos. Muy por el contrario, céntrate en convertir tus vacaciones en ese tiempo sagrado que te tomas una o dos veces al año para premiarte por tus esfuerzos y reconocerte tus logros y en el que te permites a ti misma, por unos días, engavetar los roles de mamá o papá sabelotodo, ejecutiv@ programad@ o espos@/novi@/pareja entregada.
Así pues, si no puedes enfocar tus vacaciones solo en ti, decídete a darle un espacio en ellas a tus prioridades, a tu necesidad de un verdadero descanso. Puedes empezar por programarte a ti misma para dejar de levantarte temprano, ser tan ordenada o dejar claro en la oficina que no atenderás llamadas de trabajo. Haz un plan que contemple moverte, renovarte y sobre todo salir de todas las estructuras que forman parte de tu rutina habitual, pues tu misión, si decides aceptarla, es regresar de tus vacaciones renovad@, fortalecid@ y con las baterías completamente cargadas.
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